Accidentes aéreos: condena de terror, presagio de esperanza

Tiempo de lectura: 3 minutos

Probablemente hayan escuchado más de una vez que el avión es el medio de transporte más seguro del mundo. Este hecho, además de ser un consuelo para aquellos que temen volar por primera vez, resulta ser la garantía que protege las grandes inversiones de la industria.

Según la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA, por sus siglas en inglés), la industria aeronáutica aporta más de 65 millones de empleos y mueve cerca de 2.77 trillones de dólares a lo largo del globo.

Un accidente es causado por muchos factores. Algunos de ellos podrían ser fallas mecánicas, el desapego a procedimientos por parte del personal técnico, errores de diseño, factores humanos, criterios deficientes, entre muchos otros.

Cada que un accidente aéreo ocurre, el público se impacienta por determinar culpabilidades. Sin embargo, una investigación de esta clase va más allá de eso y debe centrarse en analizar cada una de las variables que produjeron dicho evento.

Como seres humanos aprendemos experimentando, a prueba y error. Sería impensable que en la aviación se experimentara o jugara con la vida de los pasajeros y tripulantes, pero la estrategia que ha sido base para el desarrollo de la industria es aprender del error. Ahí es donde recae el sentido del análisis de cualquier accidente aéreo.

Si no se garantizará la integridad del avión durante su operación, ¿valdría la pena utilizarlo?

La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), máxima autoridad aeronáutica en el mundo, entendió que el progreso de la industria dependía de garantizar que toda operación aérea saliera conforme lo planeado de forma segura.

Pero entonces, ¿por qué una industria tan grande que cuenta siempre con el mayor vanguardismo tecnológico y es hasta el día de hoy una de las más reguladas en el mundo sigue siendo testigo de los tan temidos accidentes aéreos?

Tenemos que la OACI define el concepto de Seguridad Operacional como “El estado donde la posibilidad de dañar a las personas o las propiedades se reduce y se mantiene en un nivel aceptable…” Así es, se reduce más no se elimina.

La industria aérea está obligada a vivir en la búsqueda constante del balance financiero que permita operar de una manera segura cuidando el interés financiero de cada compañía, en otras palabras, hay que mantener el nivel de riesgo bajo sin descuidar el negocio.

Sin embargo, ocurre que los fabricantes fallan, los procesos fallan, el personal técnico falla, por lo tanto, los aviones fallan. Por lo tanto, los accidentes ocurren y ocurrirán, el error es inherente al ser humano y bajo este escenario pareciera que estamos condenados. Para nuestra suerte esa es solo una conclusión superficial.

Día con día, las autoridades en conjunto con cada colaborador e integrante de la industria área, contribuyen con estrategias que ayudan a mantener en un mínimo histórico las muertes que año con año los accidentes aéreos causan.

Es tanta la certeza que la OACI tiene sobre cómo ataca el tema que, en su Plan Global de Seguridad Operacional (GASP, por sus siglas en inglés), propuso la meta de cero fatalidades en la aviación comercial para el 2030.

Aunque la meta pareciera contradictoria con la permanencia eterna de los accidentes es importante entender que no se trabaja por un mundo en donde estos no ocurran, pero si por uno en el que estos dejen de costar vidas.

Alcanzar la meta descrita no es tarea sencilla y en definitiva es un tema que requiere su propio espacio para tratarlo, pero por el momento podemos estar tranquilos y confiar que el modelo de transporte aéreo actual no solo es confiable y seguro, sino que evoluciona para serlo cada vez más.

  • author's avatar

    By: Luis Lozano

    Soy Ingeniero Aeronáutico, egresado de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y Piloto Privado de ala fija. Dentro de mis grandes pasiones y vocación por la aviación, se encuentra la literatura y el periodismo; una forma de transmitir mi pasión con el mundo.

  • author's avatar

Deja tu comentario.