FIDAE 2018: Quien no haya vivido eso, no tiene ni idea de lo que se pierde
Es complejo elegir por dónde empezar a contar lo que es FIDAE para aquellos que caemos rendidos ante la belleza de la aviación. Tal vez lo más conveniente sea por aquello que, aun con esfuerzo, se puede describir.
La Feria Internacional del Aire y el Espacio, ya un clásico Chileno que cumple 20 años, está cerrando este fin de semana la edición 2018. Quedan por delante los días de mayor cercanía con el público general, aquél que no va a la feria a hacer negocios, o a concretar entrevistas, sino a simplemente ser pequeños por un momento y clavar la vista en el cielo mientras los distintos shows hacen cabriolas sobre la pista de la base militar que se encuentra próxima al aeropuerto Merino Benitez de Santiago.
Llegamos en la mañana del viernes y se pudo ver, con la tranquilidad que da el último día de la exhibición comercial, una exposición estática con varias perlas: Ahí están el Airbus Defence A400M, un poco más allá el Lockheed Martin F-35. Al lado, con la magnanimidad de un veterano de mil batallas que cobija al benjamín del grupo, un B-52 cubre con la cola al Lightning II.
Por allá, un C-5 Galaxy, varios C-130 Hércules, Helicópteros, Girópteros, aviones ejecutivos. El eterno mock up del SAAB Gripen NG Brasileño, que teniendo en cuenta la ubicación en la exposición bien pudo haber quedado ahí de la edición pasada.
Sobre la pista se escucha un zumbido múltiple que genera sonrisas de admiración: llegan los Halcones, el grupo acrobático de la Fuerza Aérea Chilena. El C-27J Spartan Peruano muestra lo que sabe y deja boquiabiertos a todos cuando aterriza, aplica reversores y frena a cero en un fragmento que no supera los 300 metros. La Fumaca, escuadrilla acrobática Brasileña, sacude sus Tucanos y los lleva al límite. Los Halcones no se van a dejar ganar en casa y montan un show deslumbrante.
Dentro del contexto, los stands, los aviones civiles que pasan por los taxiways cercanos y se dejan ver, la camaradería entre los colegas que intentamos ser profesionales y maduros en una tienda de dulces. Es muy difícil. Pero lo intentamos.
Al final del día, sale él. El que todos vinimos a ver. El que nos va a regalar las mejores fotos. El F-22 Raptor nos deja pensando si realmente sabemos lo que debemos saber sobre aerodinámica o si en realidad hay que tirar todo y estudiar de nuevo.
Tanto el Embraer KC-390 como el A350 estuvieron en la Feria y se fueron antes, y eso generó desazón entre los que no pudimos verlos. Pero por veinte minutos, no existió otra cosa en el cielo que el Raptor manteniéndose en estático, como si no supiera que no es un helicóptero, sobre nuestras cabezas. Si no lo sabe, que nadie le cuente: podría verlo haciendo eso durante horas.
FIDAE es un evento que nos devuelve a eso que tanto nos gusta de los aviones. Nos lleva a esa fascinación tan infantil y tan inocente que no hay otra cosa más que un grupo de gente que trabaja en la industria, que vive de verlos todos los días, que respira JP1 y sin embargo, no puede dejar de mirar.
Pero tal vez, la mejor forma de describir a FIDAE sea aquello que no puede describirse. Al menos una vez en la vida, hay que venir y escuchar la puesta en marcha de un Lockheed Martin F-22 raptor. No verla en video, no leer una crónica sobre ella. No oír un audio grabado con el mejor micrófono. Estar al lado, oler el carburante, sentir la vibración en el pecho y escucharlo.
Quien no haya vivido eso, no tiene ni idea de lo que se pierde.