Interjet, crónica de una muerte anunciada

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Un día como hoy, pero del 2020, la aerolínea mexicana Interjet cancelaba sus vuelos y no volvió a despegar. La compañía propiedad del empresario Miguel Alemán Magnani y su padre -exgobernador de Veracruz- Miguel Alemán Velasco, colapsó en diciembre del 2020 tras años de turbulencia económica coronada por la crisis derivada por la pandemia. Un mes más tarde, el 08 de enero, los trabajadores estallaron la huelga para exigir los pagos adeudados desde septiembre del 2020. Un año después no se ha resuelto nada para los empleados que quedaron a la deriva ni para los pasajeros que perdieron boletos y vacaciones compradas con Interjet. No hay justicia.

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Desde años anteriores al 2020, Interjet acarreaba problemas financieros y aquel trabajador que no lo haya visto (o querido ver) no era muy objetivo con la situación de la empresa. Si bien estoy eternamente agradecida con Interjet por abrirme la puerta de la aviación, esto no me cegó sobre lo que sucedía en los últimos años. Poco a poco notamos como faltaban cosas como papel, jabón o se reducía el comisariato. Se cambiaron proveedores por probables adeudos, como por ejemplo, los fabricantes de los uniformes de los tripulantes. Y, por si eso fuera poco, el factor de ocupación no era muy alto.

Todo lo anterior es una pequeña muestra de lo que ocurría en Interjet antes de la pandemia. Viendo todo ese panorama, era difícil creer que la situación de la aerolínea se mantuviera en orden. Cuando uno piensa en todo eso,  recuerda las famosas del ex CEO, William Shaw, que nos anunciaba cuál sería el desenlace diciendo “Interjet era un paciente muerto que no se pudo salvar” en una junta con Sobrecargos. 

Cabe recordar que eso fue en marzo del 2019, justo un año antes de la declaratoria de pandemia. En el medio se intentaron hacer cambios -que dicho sea de paso no fueron bien recibidos por todos- como la venta a bordo, optimización de las operaciones, más horas de vuelo para los tripulantes y menos tiempo de pernoctas, apertura de bases, entre otros aspectos en diferentes áreas. Se hicieron intentos sí, pero era difícil lograr un milagro, convencer a los trabajadores de la situación real de la aerolínea y se necesitaba menos “tibieza” para aplicar las medidas. Por ello, la llegada de la pandemia fue el tiro de gracia para Interjet.

Interjet y la crisis por la pandemia del COVID-19

Enseguida vimos como los aviones de la familia Airbus A320 regresaron a sus arrendadores y solo quedó la flota de Sukhoi Superjet. Los aviones que habían estado relegados fueron los que sacaron adelante las pocas operaciones que continuaron de abril a noviembre. Durante ese periodo vimos reducido nuestros sueldos, como miles de trabajadores en la industria, con el fin de sobrevivir a la crisis. Sin embargo, en septiembre se acabaron los pagos.

Entre marzo y diciembre del 2020, reinó la incertidumbre lo cual se reflejó en muy poca comunicación entre empresa-sindicato-trabajadores. Nadie sabía que pasaba ni qué iba a pasar. No se entendía cuál era el plan, no se explicaba la llegada de los supuestos inversionistas -Alejandro del Valle y Carlos Cabal Peniche- ni la supuesta negociación sobre la cual se podrían escribir una columna larguísima. Había muchas preguntas y pocas respuestas. Y así, esa marea de dudas e inquietud explotó como un tsunami el 11 de diciembre del 2020. Interjet canceló sus operaciones sin dar una fecha de retorno, dejando a pasajeros con furia y frustración y más de 5,000 empleados a la deriva.

Ha pasado un año y la esperanza de que Interjet vuelva se ha disipado. A esta altura lo que más se desea, al menos para quien escribe estas líneas, es que los responsables del mal manejo de la aerolínea no queden impunes. Defraudaron a entes gubernamentales y a los proveedores que trabajaron con ellos y no recibieron sus pagos, y además, le fallaron a miles de pasajeros que les prefirieron a la hora de comprar un boleto y a una planta de miles de empleados que estaban al pie del cañón.

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    By: Ingrid Gil

    Sobrecargo de aviación. Licenciatura en Sociología en FCPyS, UNAM. He colaborado en proyectos de investigación en el ColMex y la UNAM.

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