La historia del bombardero B-29 Superfortress, el arma letal de Estados Unidos

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El tiempo pasa pero el recuerdo sigue vigente en la memoria de muchos que pudieron admirarlo y volarlo. Después de 78 años de haber sido ensamblado, el bombardero B-29 Superfortress es una de las máquinas de aviación más emblemáticas del Ejército de los Estados Unidos por la destacada actuación durante la Segunda Guerra Mundial, sin duda un símbolo de fortaleza y satisfacción para los estadounidenses, aunque este sentimiento no es por muchos compartido.

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La aeronave diseñada por el fabricante aeronáutico Boeing fue presentada al Ejército de los Estados Unidos en 1940, antes de que los Estados Unidos entraran a combatir en la Segunda Guerra Mundial. Tecnológicamente hablando, el avión fue uno de los más avanzados de su época, debido a sus características de armamento, capacidades de carga, rendimiento y aerodinámica.

Para el invierno de 1938, las especificaciones de la armada eran detalladas; poder transportar hasta 20.000 libras de bombas y poder hacer vuelos de 2.667 millas náuticas (4.939 kilómetros) de recorrido. Inicialmente fue colocado un pedido por 14 de estos modelos y para 1941 el total era de 250 bombarderos en orden.

Existieron varias versiones iniciales como la XB-29, que para el 21 de septiembre de 1942, despegó por primera vez en la pista del fabricante Boeing en Everett, Washington, ante cientos de empleados. Fue este mismo avión con número de serie s/n 0002 que permaneció durante toda la guerra en la factoría como avión de pruebas.

Pocos meses más tarde un segundo prototipo fue lanzado para realizar más ensayos, el primer vuelo del s/n 0003 no tuvo tanto éxito; impactó contra el terreno poco después de despegar, los once hombres a bordo del avión y 18 más en tierra fallecieron. Después de algunas adecuaciones en las palas y motor, que supuestamente habrían sido las responsables de la catástrofe se rediseñaron. El tercer prototipo ya estaba listo para despegar y se habían realizado pruebas de armamento y capacidades de vuelo. Pero éste también registró un accidente mortal.

La presión por tener una aeronave mejorada y fiable, era el dolor de cabeza para los ingenieros de Boeing que tenían la presión del gobierno estadounidense frente al máximo combate de todos los tiempos, la Segunda Guerra Mundial, donde la participación de los Estados Unidos era inminente.

Luego de varias modificaciones y pruebas en tierra, la nueva versión YB-29 estaba lista. Mostraba un mejor motor, hélices de cuatro palas y un sistema mejorado de armamento, con torretas de .50-cal y ametralladoras. Con esto, supuestamente el avión estaba listo, la fabricación en serie comenzó en el año de 1943 en la planta de Boeing en Wichita, donde se había trabajado anteriormente en las versiones anteriores.

El B-29 comenzaba a ser concebido como un avión maduro y listo para el combate. Los primeros modelos que salieron de las líneas de ensamblaje aún presentaban fallas y problemas, principalmente en los motores. Es así que una versión que sería utilizada como un banco de pruebas, el XB-39 Superfortress, comenzó a dar más detalles sobre los temas neurálgicos de las fallas. Al tiempo que se continuaba trabajando en el B-29, la nueva versión XB-39 presentaba un motor en línea W24 enfriado por agua de la versión Allison V-3420-14, frente al radial Wright R-3350 y enfriado por aire del B-29.

A pesar de estos esfuerzos, y en paralelo el trabajo de mejoramiento de los B-29, se decidió que se continuara con la versión, eliminando el proyecto XB-39 y reforzando todo lo aprendido durante los tropiezos de producción. Este no fue un impedimento para que la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) cancelara las órdenes.

De hecho la confianza por este avión polivalente, dio como resultado tres versiones, la original B-29 de la que se construyeron un total de 2,537 equipos, el B-29A con 1.122 ensamblados y por último el B-29B del que sólo salieron de la planta de Bell en Atlanta-Marietta, 311 unidades. Sus diferencias radicaban principalmente en el armamento que los equipaba.

El diseño del B-29 contaba con dos espacios en la proa y popa para la artillería, una de ellas (popa) presurizada, capacidad de carga inigualable, velocidad crucero de 220 mph, diseño Fowler flaps, que le permitía una mayor sustentación a menor velocidad, y con un techo de servicio de 31.000 mil pies de altitud, lo que generó el interés de la Unión Soviética (URSS) por contar con uno de ellos. No pasó mucho tiempo para que el diseño fuera copiado por otras fuerzas armadas; tal es el caso del Tupolev Tu-4, de fabricación soviética, que sin licencia del fabricante original, trabajaron en un diseñaron de reproducción pieza a pieza bajo órdenes estrictas de Stalin.

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Con estas copias del B-29, la Unión Soviética tenía suficiente alcance como para atacar las ciudades de Chicago, Los Ángeles y Nueva York con una carga reducida en misiones de un viaje sin regreso. Pero esto nunca ocurrió. Al contrario, nada menos que 1.000 Superfortresses a la vez bombardearon a Tokio, destruyendo gran parte de la cuidad. Finalmente el 6 de agosto de 1945, el B-29 ‘Enola Gay’, dejó caer la primera bomba atómica del mundo en Hiroshima (Japón). Tres días más tarde, un segundo B-29, ‘Bockscar’, dejó caer otra bomba atómica sobre Nagasaki. Poco después, Japón se rindió. Sin dudas, el modelo marcó un antes y después en la participación del Ejército de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

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    By: Roberto Mtz Armendáriz

    Periodista independiente con más de 10 años de experiencia en los medios de comunicación. Ha participado en varios proyectos de casas radiodifusoras como titular de noticieros en FM (Grupo Radiorama) y ha sido Jefe de Información de varios periódicos mexicanos. También, es Piloto Aviador Privado y Oficial de Operaciones de Aeronaves.

    Ciudad de México.

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