La venta del avión presidencial que no se vende

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Desde que se hizo la compra del Boeing 787-8 Dreamliner “José María Morelos y Pavón” para ser utilizado por la presidencia de la república, el eterno candidato Andrés López Obrador lo tomó como bandera de crítica a los gobiernos anteriores, argumentando que era un gasto innecesario y muy grande. En una campaña daba incluso unas cifras de miles de millones de pesos que argumentaba era el estratosférico precio del avión, pero era una verdad a medias porque no era el precio sino el presupuesto total de renta, mantenimiento y operación del avión por 25 años, ya que ni siquiera era una compra sino un arrendamiento a largo plazo.

Una vez que tomó el poder en diciembre de 2018, una de sus primeras acciones fue enviarlo a almacenamiento a California mientras se vendía para que no estuviera en México. Craso error, ya que su estadía en el lugar con todo y mantenimiento resultó cara y no se vendió. Además, el presupuesto de sus viajes era adicional a lo que de todas formas debía pagarse de renta y mantenimiento del avión que no se usaba. Así que a México le ha salido más cara la “austeridad”, ya que se paga por el TP-01 sin usarse y además se tiene presupuesto para los viajes presidenciales que es similar al que se tenía para la operación del Boeing 787, así que no hay ningún ahorro tampoco ahí.

Y es que se le olvidó que en el avión presidencial también viajaba la prensa que cubría a la presidencia a la que se le cobraba el boleto del viaje con la ventaja de estar siempre con el presidente, y con ello se cubrían al menos parcialmente los costos de operación del avión, y ahora no se tiene ese ingreso tampoco.

En los siguientes ocho meses se informó que el Banco Nacional de Obras Públicas (Banobras) estaba analizando seis propuestas de posibles compradores. Se trataba de interesados norteamericanos del sector privado quienes habían hecho llegar su intención a través de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En ese entonces, la Oficina de la ONG encargada de la gestoría de la venta evaluó el TP-01 en al menos 150 millones de dólares. Pero en realidad ninguna oferta se concretó y se pasó un año completo en almacenamiento.

La rifa del avión sin avión

Ante lo caro e innecesario del almacenamiento en California se trajo de regreso para resguardo de las Fuerzas Armadas y se le ocurrió hacer una rifa con lo que el gobierno obtendría los recursos de la venta y ya el ganador decidiría qué hacer con él (es decir, sería problema de alguien más). Para darle cierta legalidad se hizo a través de la Lotería Nacional, pero como ésta únicamente puede entregar premios en efectivo, se determinó que el premio sería el equivalente al precio del avión, pero repartido entre 100 ganadores, y con los recursos el gobierno podría venderlo después con más calma y sin gastar más dinero en él.

Primero embarcó a varios grandes empresarios con un gran número de boletos y puso a la venta del público el resto de los 6 millones de “cachitos”, pero no hubo la respuesta del público y lo recaudado, menos los costos de organización, no alcanzaba ni para entregar los premios. Los boletos no vendidos se asignaron a escuelas, institutos federales y hospitales públicos que tuvieron 37 de los boletos premiados, pero a la fecha no se les han entregado los recursos por la simple razón de que no hay.

Durante este tiempo no se ha cansado en ofrecerlo a cuanto personaje puede, incluyendo al Presidente de EE.UU., a quien obviamente debe haberle parecido irrisorio el ofrecimiento dado los aviones mucho más grandes y equipados con los que cuenta. También a empresarios nacionales y extranjeros, gobiernos, artistas, jeques árabes, etc. Incluso propuso a ciertos empresarios nacionales que lo compraran entre todos y lo utilizaran por turnos y de manera compartida, cosa que, obviamente, no aceptaron.

¿Se logrará vender?

En diciembre pasado señaló que el avión no se había vendido porque era “muy extravagante” y por eso no tenía compradores. No es extravagante ni tampoco tan lujoso como él dice, simplemente es un avión que se compró con un propósito particular y no es un avión comercial, convertirlo en uno es muy costoso y por eso no es atractivo para las aerolíneas.

En su arrebato más reciente lo ofreció a los directivos de Delta Air Lines y Aeroméxico que se reunieron con él, incluso tuvo la ocurrencia de que lo administrara Aeroméxico y lo rentara para convenciones, eventos y bodas. Obviamente no se lo pueden comprar para eso ni sería negocio, por lo que las empresas no lo van a tomar.

Lo ofreció también al Comité Olímpico Mexicano para llevar a los atletas a Tokio a los Juegos Olímpicos, pero no tiene la cantidad de asientos adecuada por lo que no era adecuado y solamente fue a Japón llevando implementos diversos.

Así que tres años después de que ganara las elecciones, el avión presidencial TP-01 sigue en México sin ninguna utilidad. Ni lo usa la presidencia para sus giras, ni su gabinete, ni el ejército, ni nadie. Pero a México le sigue costando la renta y el mantenimiento, así que no hay ni ahorro ni austeridad.

Veremos qué otra ocurrencia tiene respecto al avión, pero lo más probable es que siga aquí para cuando termine su sexenio, por lo que sería mejor buscarle alguna utilidad incluso si debe reconfigurarse.

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    By: Erick Haw Mayer

    Apasionado de la aviación y la industria automotriz de toda la vida, tiene una Licenciatura en Informática y un Postgrado en Comunicación y R.P. Aunque tiene experiencia en empresas del rubro automotriz y en Mexicana de Aviación, su vida profesional se ha dedicado más al periodismo especializado en todo tipo de medios impresos y electrónicos, incluyendo la revista Avión Revue de Latinoamérica.

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