Se cumplen 65 años de la muerte de Pedro Infante

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Un día como hoy, pero hace 65 años, murió uno de los grandes ídolos de México. Su inconfundible voz y estilo para la canción, así como su simpatía y galanura en la pantalla grande, lo convirtieron en poco tiempo en uno de los grandes personajes del mundo del espectáculo nacional e internacional.

Pero además de el canto y la actuación, como todo ser humano, Pedro Infante tenía otras aficiones, entre ellas la aviación, que en esos años románticos despuntaba como una de las industrias con mayor crecimiento a nivel mundial y hacía al mundo cada vez más pequeño.

Curiosamente, durante el sepelio de Blanca Estela Pavón, quien murió en un accidente aéreo, Pedro Infante le comentó al productor Ismael Rodríguez “Voy a morir en un accidente de aviación”. Y no es que tuviera una visión profética, su pasión lo ponía en riesgo y él lo sabía, porque la seguridad entonces en la aviación estaba muy lejos de lo que tenemos hoy en día. Pero pasión es pasión y él quería mantener su gusto por la aviación mucho más allá de tan solo admirar los aviones desde tierra. De hecho, se hizo socio de la empresa Transportes Aéreos Mexicanos S.A. (TAMSA) y siempre que tenía tiempo le gustaba formar parte de la tripulación en diversos vuelos.

Ya la vida le había hecho algunas advertencias, ya que se había salvado de dos accidentes aéreos en años anteriores. El primero sucedió en 1948 cuando todavía no tenía su licencia de piloto aviador, pero eso no le importó para tomar los controles de su avión monomotor Bellanca Cruisair con matrícula XB-DIB, en la zona de Guasave, Sinaloa. Según la historia, tuvo una presentación en un teatro en el lugar y al salir de regreso, en la noche, su avión no ganó suficiente velocidad y se estrelló en un sembradío de maíz. En esa ocasión tuvo suerte y solo sufrió de una herida leve en el mentón que no tuvo consecuencias.

El 22 de mayo de 1949 sufrió otro accidente, ya con su licencia, piloteaba un avión Cessna T-50 y despegó de Acapulco acompañado de Lupita Torrantera, su pareja sentimental en ese momento. Había mal tiempo y la nubosidad no le permitía hacer un vuelo visual adecuado, por lo que se desvió de su ruta sin darse cuenta, pensaba que sobrevolaba Morelos cuando en realidad estaba cerca de Zitácuaro, Michoacán, y el combustible se agotaba. Terminó haciendo un aterrizaje de emergencia en donde pudo, pero aquí sí sufrió una severa lesión en la cabeza por lo que tuvieron que ponerle una placa de platino en la frente, perdió la audición del lado derecho y le cambió la forma del rostro, teniendo incluso que confeccionarse un bisoñé para poder seguir trabajando en el cine. Luego de este accidente se convirtió además en un hombre deportista, ya que los médicos le diagnosticaron diabetes y procuró mantenerse en buen estado.

La tercera fue la vencida

La mañana del 15 de abril de 1957, Pedro Infante era parte de la tripulación de un vuelo de carga de TAMSA que salió del Aeropuerto Manuel Crescencio Rejón de Mérida con destino a la Ciudad de México. Se trataba de un avión Consolidated B-24 “Liberator”, con matrícula XA-KUN, al mando del Capitán Víctor Manuel Vidal Lorca, Pedro como copiloto y los acompañaba el mecánico Marciano Bautista. Además de la carga llevaban dos perros mastines y un pequeño mono que quería regalarles a sus hijos y a Irma Dorantes.

Salieron alrededor de las 08:00 LT, los motores funcionaban bien, el avión iba a su máxima capacidad de peso y combustible, pero comenzó a perder altura sobre las casas aledañas al aeropuerto y por alguna razón perdieron el control, cayendo en espiral, según testigos del accidente. El avión quedó destruido por el impacto y el combustible provocó un fuerte incendio. Además de los ocupantes, murieron dos personas más en tierra.

Uno de los cuerpos que había quedado aplastado en la cabina del avión fue reconocido por las personas que llegaron al lugar por su placa de platino en la cabeza, un anillo de oro pegado a los mandos del avión y una esclava de oro con el nombre “Pedro”. La noticia corrió por el país como reguero de pólvora.

Entonces no había, como hoy, investigaciones detalladas y cajas negras, por lo que no se precisó nunca la causa del accidente. Solamente suposiciones de lo que pudo suceder, así que “oficialmente” se dijo que hubo dos maniobras inadecuadas rumbo a la cabecera del aeropuerto que pudieron mover la carga que no estaba debidamente fijada, y eso cambió el centro de gravedad del avión.

Lo que sí es historia conocida y pudo haber tenido implicación en el accidente del día 15, es que Pedro iba al mando de ese mismo avión unos días antes, y a su llegada a Mérida procedente de México, aterrizó bruscamente, causándole daños en el patín de cola, por lo que la junta de pilotos de TAMSA acordó que el “Capitán Cruz”, como se le conocía en el rol de la empresa, fuera relevado de los mandos del Consolidated en donde solo podría volar como copiloto, solamente el DC-3 podría operarlo como comandante.

Se dice que el Capitán Vidal, buen amigo de Pedro, desobedeció la orden permitiendo que fuera Pedro el que tomara el mando del avión, y sus errores terminaron costándoles la vida. Aunque esto es solamente especulación y no hubo manera de comprobarlo.

Pero no importa cómo hayan sido los acontecimientos, el fatal desenlace convirtió el 15 de abril como día de homenaje al ídolo de México, sus cenizas están en el panteón Jardín de la Ciudad de México y en el lugar del accidente se erigió un busto en su recuerdo. TAMSA cesó sus operaciones en 1966.

NOTA: Si no puedes ver el video, da click aquí.

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    By: Erick Haw Mayer

    Apasionado de la aviación y la industria automotriz de toda la vida, tiene una Licenciatura en Informática y un Postgrado en Comunicación y R.P. Aunque tiene experiencia en empresas del rubro automotriz y en Mexicana de Aviación, su vida profesional se ha dedicado más al periodismo especializado en todo tipo de medios impresos y electrónicos, incluyendo la revista Avión Revue de Latinoamérica.

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