¿Qué es un rejected takeoff y porqué no hay que tenerle miedo?
Uno de los mayores miedos de las personas ansiosas al volar es que el avión en una carrera de despegue simplemente no se llegue a elevar. Sin embargo podría ocurrir que durante este trayecto en la pista el avión no llegue a despegar porque los pilotos realicen un procedimiento llamado “rejected takeoff” (RTO) el cual es totalmente seguro y para lo cuál la tripulación ha entrenado rigurosamente.
La maniobra RTO ha sido un hecho de la vida de un piloto desde el comienzo de la aviación. Cada despegue incluye la posibilidad de un RTO y una serie posterior de problemas resultantes de las acciones tomadas durante la maniobra.
Los estudios de Boeing indican que aproximadamente el 75 por ciento de los RTO se inician a velocidades inferiores a 80 kt y rara vez resultan en un accidente. Alrededor del 2 por ciento ocurre a velocidades superiores a 120 kt. Los excesos e incidentes que ocurren invariablemente provienen de estos eventos de alta velocidad. De acuerdo a la revista Aero magazine de Boeing, históricamente, el rejected takeoff ocurre aproximadamente una vez cada 3,000 despegues. Sin embargo, debido a que la industria ahora reconoce que muchos RTO no se informan, el número real puede estimarse en 1 en 2,000 despegues.
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Un despegue puede ser rechazado por una variedad de razones, incluyendo falla del motor, activación de la alarma de advertencia de despegue, dirección del control de tráfico aéreo (ATC), llantas reventadas o advertencias del sistema. Por el contrario, la gran cantidad de despegues que continúan con éxito con indicaciones de problemas en el sistema del avión, como luces maestras de precaución o neumáticos rotos, rara vez se informan fuera del propio sistema de información de la aerolínea. Estos despegues pueden dar lugar a desviaciones o retrasos, pero los aterrizajes suelen transcurrir sin incidentes. De hecho, en aproximadamente el 55 por ciento de los RTO, el resultado podría haber sido un aterrizaje sin incidentes si el despegue hubiera continuado, como se indica en la Ayuda de entrenamiento de seguridad de despegue publicada en 1992 con el respaldo de la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos.