La historia del Spitfire: “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”

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Hablemos de historia. No tienen que esperar a que toque el timbre para levantarse de sus pupitres y correr al patio, pueden dejar de leer si así lo quieren pero el que cierre página se perderá de la acción. Te voy a platicar del avión más temido por la Alemania del tercer Reich, un caza monoplano cuyo sonido era capaz de despeinar el bigote del mismísimo Führer. 

Empecemos por ponernos en contexto… estamos en 1939 y ya ha comenzado, las naciones se muestran hostiles y violentas, se asoman años de salvajismo vil. La Segunda Gran Guerra dejaría como resultado más de cincuenta millones de personas bajo tierra.

El mundo se divide en dos bandos, Los Aliados y Las Potencias del Eje, ambos por supuesto queriendo aniquilarse y, aunque la razón no es materia de este artículo, no podemos deslindarnos del porqué. Los nazis, seguidores del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, encabezados por el autor de Mi Lucha, Adolf Hitler Pölz, fueron los responsables del mayor genocidio de la historia hasta nuestra fecha, por supuesto, había que detenerlos.

El detenerlo no sería un paseo por el parque, y menos cuando se cuenta con el respaldo de Las Potencias del Eje, el Reino de Italia comandado por el fascista Benito Mussolini y el Imperio de Japón con el emperador Hiroshito a quien le tocaría la rendición después de que el presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, autorizara un letal ataque sobre Hiroshima y Nagasaki con los bombarderos Boeing B-29 Enola Gay y Bockscar,  de sus compuertas saldría uno de los inventos más destructivos del hombre, la bomba atómica. 

Ahora sí, estimados, planteando lo anterior entremos de lleno a lo que nos gusta, el terreno aeronáutico. 

Hasta aquí algo es un hecho irrefutable. La ciencia y la tecnología jugaban el papel más importante y el Primer Ministro del Reino Unido, Sir Winston Churchill lo sabía, no es coincidencia que expresara a sus aliados “La nación que conquiste los cielos, será la que conquiste la gloria”. El Primer Ministro sabía que se debía apostar en la industria aeronáutica. Los alemanes no iban a paso lento, ellos se apoderaron de los fondos oceánicos con submarinos de gran tecnología y habían despegado al Messerschmitt Bf 109, un caza digno para esta contienda.

Equipado en una de sus versiones con ocho ametralladoras .303 y cañones Hispano de 20 milímetros, motor Rolls-Royce que lo posicionaba en el primer lugar de velocidad en las aeronaves de esta función y su diseño de ala elíptica que ofrecía la maniobrabilidad perfecta para no tan experimentados pilotos, la Royal Air Force le había dado vida al caza encargado de cuidar los cielos británicos: El Supermarine Spitfire.

Hablar del Spitfire es hablar de un ícono en la historia de la aviación militar, era sin duda un avión intrépido y elegante que cumplía sus funciones a la perfección, así pues, pasó a convertirse en el orgullo de Gran Bretaña. 

La compañía que se encargaría de la construcción fue Vickers-Supermarine por petición del Ministro del Aire Británico con la intención de sustituir a los viejos biplanos; es así como nace la primera versión bautizada como Spitfire MkI, apodado como “Fierecilla”.  En una de sus múltiples adaptaciones, para antes de que empezara la guerra, se le instaló una cabina protegida con un parabrisas antibalas con espejo retrovisor para así poder rehuir de los ataques y persecuciones. 

En el periodo de la guerra el Reino Unido contaba con 300 Spitfires operativos. Su iniciación en cielos de batalla tuvo lugar un 16 de octubre de 1939 cuando un escuadrón se vio en un combate individual con bombarderos alemanes.

Aunque, no es hasta la invasión de Francia de 1940, donde el avión británico muestra su poderío a la Fuerza Aérea Alemana, la Luftwaffe, ese día lograron derribar 30 aviones germanos. Cuenta la historia que cuando el Ministro del Aire Alemán, Hermann Goering preguntó al “as” de caza alemán Galland qué necesitaba, él le respondió: “Un escuadrón de Spitfires”.

Ya era 1942 y los cazas seguían brillando pero ahora su aparición sería en el Norte de África así como en la invasión de Sicilia y otras partes de Italia. También con gran destreza se les reconoció el haber tirado numerosos bombarderos Mitsubishi G4M, ni qué decir del desigual encuentro que era cuando los cazas Kawasaki Ki-46 japoneses, querían ponerse al tú por tú con la RAF. 

Estos mismos funcionaron como escolta de aviones aliados para efectuar ataques de estrategia militar que permitieron el avance y el cercano fin de la Segunda Guerra Mundial. El final del Spitfire se da a finales de la guerra, el avión norteamericano, P-51 Mustang llegaría para arrebatarle el trono al gran ícono y al que se le debe el triunfo de la guerra, recordando las palabras del Primer Ministro en relación a sus escuadrones de Spitfire RAF: “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”. 

El Spitfire tendría sus últimas apariciones bélicas en la campaña de Birmania, en 1945 con la invasión de Alemania Occidental y en el famoso día D, el desembarco de Normandía. Hablar del Spitfire es sin duda hablar del fin de una era en la humanidad y el principio de una era en la aviación.

Fotos: The Aircraft Restoration Company

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    By: Redacción

    “Uniendo al mundo de la aviación, en una misma frecuencia”.

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