Así funcionan las grabadoras de datos y voz, conocidas como ‘cajas negras’
No es caja y tampoco negra, aunque suene a adivinanza, la grabadora de datos y voz de algunos aviones continúa llevando el equivocado nombre de “caja negra”, quizá porque históricamente solían tener esa forma y color aunque no resultaron ser un éxito por obvias razones.
En caso de un accidente la Flight Data Recorder (FDR) provee de información necesaria a los investigadores para determinar las posibles causas del siniestro, gracias a que durante cada vuelo se almacena información vital, como por ejemplo la condición de los motores, temperaturas, flujo de combustible, velocidad, altitud, velocidad vertical, entre otros más factores determinantes.
Algo que hace parte de este sofisticado y resistente sistema es la Cockpit Voice Recorder (CVR) o grabadora de voz que también almacena durante dos horas de vuelo las conversaciones de la cabina entre pilotos, controladores y todos los ruidos ambientales, que suelen, –en algunos casos- ser determinantes para conocer más a detalle los sucesos que llevaron a una aeronave al accidente.
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Históricamente no se tiene claro por qué se le denominan “cajas negras” y es que podría ser porque al inicio algunas cajas fueron de ese color, pero no tuvieron mucho éxito precisamente porque el encontrarlas era más complicado. Otros aseguran que al momento de estar sometidas a las llamas el color naranja brillante se torna más oscuro; también algunas versiones apuntan a que el Sr. Black las invento, lo cual es completamente falso, fue en 1957 cuando David Warren un científico australiano las inventó.
Dependiendo del modelo y tipo de aeronave, ambas grabadoras generalmente permanecen guardadas en un sólo sitio y frecuentemente es dentro de alguna mampara o en los compartimientos de equipaje arriba de los últimos asientos del avión, donde la estructura de la aeronave se protege mejor ante algún impacto contra el terreno o agua.
Las grabadoras contienen sistemas sofisticados de localización que, en caso de caer al mar, emitirán una señal audible a través de una banda o frecuencia determinada para que los investigadores y equipos de rescate puedan dar con ellas. Serán aproximadamente 30 días lo que durará la emisión de esta señal, después de ese lapso de tiempo -aunque no es una regla- la batería se agotará y dejará de enviar alertas; es por ello que los primeros 30 días del accidente son vitales.
Una vez recogidas las grabadoras, se envían a los laboratorios para su análisis. La información se extrae de forma digital –como si fuera una USB- y se procesa a través de programas especiales donde los datos de las últimas dos horas del vuelo quedaron grabadas, datos que servirán de mucha ayuda para conocer qué es lo que pasó con determinado accidente.