El aterrizaje que quedó para la historia: Un avión sobre otro
Durante la historia de la aviación, muchos han sido los aterrizajes de emergencia que se han destacado por su audacia. Pero posiblemente no recuerdes uno como este, en el que dos aviones militares australianos consiguieron aterrizar unidos uno sobre el otro, después de una colisión en vuelo en la que quedaron enganchados.
Ocurrió el 29 de septiembre de 1940, cuando dos Avro Anson australianos se encontraban realizando un vuelo de entrenamiento en un día nuboso en Nueva Gales del Sur. Este avión se diseñó originalmente como un equipo de pasajeros, pero pronto quedó obsoleto para estas funciones, siendo rescatado para utilizarse como avión de entrenamiento multipropósitos de tripulaciones y convirtiéndose en el pilar del Plan de Entrenamiento Aéreo de la Commonwealth británica.
Los dos Avro Anson (L9162 y N4876) volaban ese día realizando unos ejercicios de entrenamiento cuando uno de ellos el matrícula N4876 descendía de forma brusca impactando sobre el matrícula L9162, quedando unidos por el amasijo de los hierros de la colisión. Pero lo que parecía una situación crítica para ambas aeronaves se convirtió en uno de los aterrizajes más memorables que se recuerdan, cuando el piloto de prácticas L. Fuller de sólo 22 años de edad consiguió planear ambos aviones, como si fuera uno solo, en un sembradío cerca del aeródromo de Wagga.
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La tripulación de la aeronave inferior (L9162), al mando de Jack I. Hewson y Hugh G. Fraser, lograron salvarse al lazarse en paracaídas, junto con uno de los tripulantes de la aeronave superior (N4876 Ian M. Sinclair, que también saltó. Sólo quedó a bordo el Piloto Leonard G. Fuller, que logró volar ambas aeronaves cerca de 8 kilómetros usando sólo sus alerones y flaps, junto con los motores todavía en funcionamiento del avión que se encontraba debajo.
Según cuenta el propio John Hewson, la única razón por la que los dos aviones se mantuvieron en el aire se debía a que justo después de la colisión lograron poner los motores a plena potencia, bloqueando sus controles cuando las dos aeronaves se unieron, ya que las plantas motrices de la aeronave superior se habían inutilizado por el impacto.
El propio Jack Hewson fue la única persona que resultó herida tras el accidente, pues cuando se produjo la colisión no llevaba paracaídas y tuvieron que pasárselo a través de los restos de la cabina del piloto en vuelo. Hewson, luego tuvo que ponerse el paracaídas sentado dentro del avión. La colisión se produjo a unos 3,000 pies de altitud (unos 900 metros) y el avión fue perdiendo sustentación y altitud durante todo el recorrido. Pero las habilidades del único piloto al mando pudieron evitar una catástrofe.
Una vez que Jack consiguió ponerse el paracaídas, tuvo que salir a través de las barras retorcidas de la cabina para saltar desde el ala a sólo unos 900 pies de altitud. Para ponerlo más difícil, cuando abrió el paracaídas no se había plegado de forma adecuada y se enredó.
Finalmente, se abrió totalmente a unos 100 pies y se estrelló contra el suelo con tanta fuerza que su columna vertebral lo tuvo paralizado en un hospital durante 4 meses.
Al final, el bisoño Piloto Leonard G. Fuller logró aterrizar ambas aeronaves en un gran campo a unas cuatro millas al suroeste de Brocklesby, llegando a deslizarse unos 180 metros a través de la hierba. Su oficial al mando, el líder del escuadrón Cooper, declaró que la elección de aterrizar el avión de emergencia en ese lugar improvisado fue “perfecto” y lo definió como un aterrizaje como un “maravilloso esfuerzo” para salvar miles de dólares en equipos militares.
De hecho, aunque el avión matrícula L9162 quedó para el arrastre, continúo usándose como armazón del avión de instrucción. El matrícula N4876 continúo volando después de las reparaciones, mientras que Fuller fue ascendido a sargento y destinado al frente de la Segunda Guerra Mundial, donde resultó condecorado por sus servicios durante el conflicto bélico.
Paradojas del destino, Leonard G. Fuller, murió en East Sale en 1944, cuando resultó atropellado por un autobús mientras conducía su bicicleta. En el año 2007 se erigió un monumento en el lugar del aterrizaje con el motor de un Avro Anson para conmemorar esta hazaña.