El poder de una promesa: A 50 años de la llegada del hombre a la Luna

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La Tierra es la cuna de la humanidad, pero no se puede vivir en la cuna para siempre”. Konstantín Tsiolkovski, (1857-1935) físico ruso, teórico fundador de la astronáutica. Durante casi toda nuestra historia, ha sido imposible ver la Tierra desde una perspectiva cósmica. Ligados por la gravedad y nuestra propia biología, no podemos pararnos fuera, encima o lejos de ella.

Para la mayoría de nosotros , la Tierra está más allá de nuestra comprensión, incluso ahora, después de casi seis décadas de viajes espaciales tripulados, apenas unos pocos elegidos han sido puestos en órbita, y han visto el sol asomarse detrás de ese horizonte curveado. Desde 1961, sólo menos de 600 personas han tenido esta experiencia única. Y tan sólo 12 han estado caminando sobre la superficie de la Luna, y han sido seis quienes, como pilotos de una nave madre, han estado completamente solos circunvolando la cara oculta del satélite natural terrestre, separados de la vista de nuestro planeta, mientras viajaban en el espacio profundo,  navegando en un mar plagado de estrellas.

Esta semana, a partir del 16 de julio de 2019, conmemoramos el lanzamiento, trayecto, entrada en órbita lunar, alunizaje, caminata lunar y retorno exitoso de la misión número 11 del programa Apolo de la NASA (agencia  para la Administración Nacional del Espacio y la Aeronáutica del gobierno estadounidense), organización que, honrando la palabra del extinto presidente norteamericano John F. Kennedy, ( …escogimos ir a la Luna, en esta década, y hacer todas las cosas que eso conlleva, no porque  sean fáciles, sino porque son difíciles de lograr…) , lograron la hazaña en plena Guerra Fría, con la carrera espacial frente a la entonces Unión Soviética, con fracasos y sinsabores, pero que el 20 de julio vieron coronados con el logro técnico más grande en la historia espacial del siglo pasado,…y lo que va del presente.

El Programa Apolo

Este programa comenzó en 1961, cuando el entonces mandatario estadounidense Kennedy anunció el compromiso, antes de que terminara esa década, de hacer llegar un hombre a la superficie lunar y regresarlo en forma segura.

Géminis, el programa previo, era considerado un programa de apoyo a la serie Apolo, y concebido en la década de los cincuenta durante la administración de Eisenhower como secuela al programa Mercurio, el cual tenía como finalidad la prueba de los vehículos en condiciones de lanzamiento y reentrada a la atmósfera terrestre, mientras que Géminis estudiaría los acoplamientos y las caminatas espaciales.

Para 1969, la serie de misiones Apolo contaba ya con un amplio bagaje de experiencias, procedimientos, proveedores de la NASA certificados y hombres con el conocimiento y temple necesarios para enfrentar la odisea de salir de la órbita terrestre para entrar a operar en condiciones de ingravidez que al final del día permitió despegar a la tripulación compuesta por Neil Armstrong de 38 años, como comandante de la  misión, Edwin Buzz Aldrin de 39, como piloto del LEM (Módulo de Exploración Lunar denominado Eagle) y Michael Collins,  de 38, piloto del módulo de comando denominado Columbia, y quien permanecería en esta nave para recoger al LEM a su retorno de la superficie lunar.

Para el día del lanzamiento de la misión Apollo 11, el 16 de julio de 1969,  muy poca gente sabía que la carga del vehículo Saturno V había comenzado a hacerse más de un mes antes, el 13 de junio, procedimiento que se mantuvo hasta completarse. La concentración de combustible era tal que los técnicos, temerosos de que ocurriera una filtración y estallido, colocaron a los testigos VIP del lanzamiento a 5.6 kilómetros de la plataforma LC-39A, desde donde se realizaría el despegue. Habían calculado que una posible explosión podía disparar fragmentos a 4.8 kilómetros de distancia. Mientras tanto, a 110 metros de altura, Armstrong, Collins y Aldrin continuaban con las comprobaciones técnicas, sin pausas. Todo su entrenamiento, todo su esfuerzo, toda su pasión, habían tenido como meta este viaje. Apenas a unos minutos para el despegue, sin embargo, se mantenían tranquilos.

“Doce, once, diez, nueve, empieza secuencia de ignición”. Los motores F-1 de la primera fase del Saturno V desatan su rugido, alimentados por oxígeno líquido y un combustible similar al queroseno. Una explosión ensordecedora surgió desde la plataforma de lanzamiento, evacuada poco antes, hasta kilómetros de distancia. Las llamaradas en la base del cohete, envuelta de una humareda anaranjada, impulsaron sus casi 3,000 toneladas hacia el cielo. El suelo se sacude. “… Seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero. Todos los motores activados. ¡Despegue! ¡Tenemos despegue! Pasan 32 minutos de la hora programada. Despegue del Apollo 11”, celebra el anunciador de control de vuelo, con voz teñida de exaltación.

La distancia hizo que los motores recién fueran escuchados por el público VIP 15 segundos después, cuando la imagen del Saturno V ya se elevaba claramente en el cielo (en su conjunto la nave pesaba 2.8 millones de kilogramos y tenía una altura de 111 metros. El cohete generaba 34.5 millones de newtons de empuje en el lanzamiento. Un newton es la fuerza necesaria para proporcionar una aceleración de un metro sobre segundo al cuadrado a un objeto de 1 kilogramo de masa).

Este año se cumple el primer medio siglo de la llegada de la especie humana a la Luna, se han dicho tantas cosas, desde teorías conspiradoras que desinforman deliberadamente a través de las redes sociales, hasta las discusiones anecdóticas sobre por qué Neil Armstrong y no Buzz Aldrin, sería el designado para dejar la primera huella humana sobre la superficie selenita y pasar a la historia como tal.

En la víspera conmemorativa de la mayor hazaña tecnológica del pasado y presente siglo, la llegada del ser humano a la Luna, la Sociedad Mexicana de Estudios Aeronáuticos Latinoamericanos hace un homenaje con este texto a todos los que contribuyeron a que se hiciera realidad la mencionada promesa de John F. Kennedy.  

Es un pequeño paso para el hombre, un salto gigantesco para la humanidad”

Neil Armstrong, instantes antes de descender del módulo lunar y dejar la primera huella humana.

Hermosa vista, magnifica desolación…”

Edwin Buzz Aldrin, en cuanto descendió de la escalinata del Eagle y contempló la superficie lunar.

Sigan hablándome muchachos…”

Michael Collins, una vez que inició el descenso del módulo lunar y permanecería solo a bordo del módulo de mando Columbia, ante la posibilidad de regresar en solitario a la Tierra.

El 20 de julio de 1969 a la 1:46 p.m., Neil Armstrong y Buzz Aldrin separaron la nave de alunizaje del Eagle del módulo del Apollo 11. Michael Collins se quedó atrás, estaba a tres kilómetros de sus colegas, y a 250,000 kilómetros de la humanidad. Se hallaba completamente solo.

A las 3:08 p.m., Armstrong y Aldrin arrancaron el motor de descenso del módulo. Así se preparaban para aterrizar en la Luna por primera vez. Collins, solo, observó cómo bajaban hacia la superficie grisácea y calcárea. Él fue el encargado de enviar por radio el primer informe del descenso: “Todo va a la perfección. ¡Hermoso!”.

A las 10:56 p.m., y después de alunizar el módulo con menos de un minuto de combustible restante, Armstrong colocó su pie izquierdo en la Luna para convertirse en el primer ser humano en pisar un cuerpo del espacio exterior. Aldrin tomó fotos de la nave espacial y luego inició su propia caminata lunar. Una hora más tarde, plantaron la bandera estadounidense en la superficie de la luna y Richard Nixon les llamó para decir:

Neil y Buzz, les estoy hablando desde la Sala Oval en la Casa Blanca. Y esta sin duda tiene que ser la llamada telefónica más histórica que se ha hecho desde aquí. Para todo estadounidense, este debe ser el día de nuestra vida que más orgullo vamos a sentir”.

Mientras sus colegas hablaban con el presidente, Collins estaba sentado en su módulo, rodeando la Luna. Cuando la nave espacial se escondió detrás del satélite durante 47 minutos seguidos, perdió todas las transmisiones de radio. Del otro lado de la Luna, se encontraban 3,000 millones de personas en la Tierra y dos astronautas explorando el satélite. Collins estaba más solo y aislado de la civilización conocida de lo que nadie había estado en la historia. Sin embargo, como piloto estaba muy acostumbrado a volar en solitario.

Hoy se cumplen 50 años del alunizaje, sin embargo, se sabe que esta proeza causó efectos negativos en las vidas de los protagonistas, quienes siguen siendo reconocidos, sobre todo ahora que los reflectores vuelven a ellos.

Ahora, con cinco décadas de retrospectiva, parece que Collins pudo, de hecho, tener la mejor vista de la Luna. Se estima que entre 125 y 150 millones de estadounidenses vieron el alunizaje el 20 de julio. Y el 24 de julio, los tres astronautas regresaron a la Tierra y fueron recibidos como auténticos héroes.

Aún hoy, mucha gente piensa que todo este proyecto fue un montaje y se preguntan si llegaron de verdad. Por supuesto que llegaron de verdad. Lo primero que hay que entender es que en 1969 estábamos en plena Guerra Fría. Los soviéticos iban por delante en todo. Habían lanzado el primer satélite al espacio, al primer mamífero, habían puesto un hombre en órbita antes de que los estadounidenses hubieran hecho siquiera un vuelo suborbital, con Gagarin, además, ya habían lanzado a la primera mujer y estaban preparando un vuelo a la luna, cancelado por el fallecimiento del líder del proyecto espacial de la URSS, Sergei Koroliov.

Si el alunizaje del Apolo 11 y los que le siguieron, hubieran sido una mentira, tal y como estaba el panorama político entonces, los primeros que hubieran dicho que era una farsa habrían sido los rusos. Entre otras cosas porque monitoreaban todas las frecuencias de radio que utilizaban tanto el módulo de mando como el módulo lunar, pues por las distancias astronómicas no había nada codificado en las transmisiones. Ellos estaban siguiendo todo el lanzamiento.

Para terminar, queremos recordar en este 50 Aniversario de la llegada del hombre a la Luna, que la exploración espacial ha sido la actividad que más ha contribuido al desarrollo tecnológico, ya que en general, cualquier esfuerzo de investigación científica tiene como consecuencia una serie de avances que repercuten en la sociedad, pero los desafíos que afrontó la exploración espacial con vuelos tripulados fueron de una envergadura extrema y se tuvieron que resolver en un tiempo extremadamente corto.

Ejemplos de esta transferencia de tecnología fruto de la investigación espacial son materiales como los policarbonatos usados en los cascos de motociclistas, los geles y compresas para absorción rápida de líquidos, el kevlar de los chalecos antibalas, el mylar de los guantes de seguridad y el teflón, usado como tejido principal de los primeros trajes espaciales, por sus propiedades de resistencia al calor y al fuego, y que aún se utiliza en la cubierta de los actuales.  Otros logros fueron los alimentos deshidratados, los paneles solares y los detectores de humo, probados y desarrollados en condiciones que sólo se encuentran en el espacio exterior.

  

Sean estas reflexiones, una forma de conmemorar el aniversario 50 del inicio de la exploración de otros mundos. (Con información tomada de diferentes fuentes y medios).

Antonio Mendoza – Tesorero de la Sociedad Mexicana de Estudios Aeronáuticos Latinoamericanos y especialista en temas aeroespaciales.

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    La Sociedad Mexicana de Estudios Aeronáuticos Latinoamericanos (SMEAL) A.C., fue creada con el objetivo de rescatar, preservar y difundir la historia de la aviación en México y Latinoamérica; desde su creación ha buscado un acercamiento con la sociedad en su conjunto promoviendo una cultura por la aeronáutica ya que es un tema que pocos conocen y que sin embargo ha sido de vital importancia para el desarrollo de nuestro país.

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