El vuelo de Howard Hughes alrededor del mundo en un Lockheed 14
En julio se cumple un aniversario más de uno de los mayores logros de Howard Hughes y su pasión por la aviación, pues recorrió 23,814 km en 91 horas y 14 minutos dándole la vuelta al mundo como un hito de la aviación.
En 1937 Amelia Earhart despareció misteriosamente en el Pacífico Sur cuando se acercaba a completar la última etapa de su vuelo alrededor del mundo y nadie volvió a saber de ella. El hecho impresionó al excéntrico millonario Howard Hughes, por lo que decidió que él quería intentar darle también la vuelta al mundo en un avión. Dado que no se sabía si Amelia estaba viva en algún lugar y podría aparecer eventualmente, Hughes dejó instrucciones detalladas para su testamento en caso de que desapareciera, por lo que el First National Bank debería custodiarlo durante 3 años sin repartir sus bienes a sus herederos, como una manera de asegurarse de su muerte en caso de desaparición.
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Las cosas no comenzaron del todo bien pues hubo retrasos en los permisos, problemas mecánicos, dudas de la tripulación, y otros detalles. El avión Lockheed 14 estaba cargado con 5600 litros de combustible, 560 litros de petróleo yo un laboratorio equipado, por lo que pesaba 12 toneladas y para el despegue había que aprovechar cada centímetro de la pista. Los vuelos trasatlánticos eran todavía muy poco comunes desde que Lindberg logró la hazaña por primera vez, y el primero en darle la vuelta al mundo fue Wiley Post en 1933 murió dos años atrás al estrellarse el hidroavión en el que volaba.
Aunque no recibió el permiso gubernamental para realizar el vuelo, Hughes estaba convencido de lograrlo, así que el 4 de julio de 1938, él y cuatro tripulantes volaron hasta el Parque Floyd Bennett, en Brooklyn, que eral en punto habitual de despegue de los vuelos trasatlánticos. Todos eran pilotos experimentados, incluyendo a Edward Lund, de 32 años que era el Ingeniero de Vuelo; Richard Sotddart de 37 años se encargaba de al radio; el teniente Thomas Thulow de 33 años era piloto del Ejército del Aire; y Harry P.M. Connor, que ya había cruzado el Atlántico, era el copiloto y piloto de repuesto.
El vuelo alrededor del mundo
A las 6 de la tarde Hughes recibió el último parte meteorológico, al parecer el cielo sobre el Atlántico estaba en calma y a las 5000 personas que asistieron para ver el despegue había que darles espectáculo. Hughes estaba nervioso pero dio unas palabras antes de partir: “Esperamos que nuestro vuelo constituya una contribución a la causa de la amistad entre naciones y que a través de sus excelentes pilotos, para quienes el vínculo común de la aviación trasciende las fronteras nacionales, esta causa pueda promoverse más allá”.
Así que a las 19 horas del 10 de julio de 1938, el avión despegó rumbo a París, su primera etapa de 5859 km. La ruta pasaba por Boston, Nueva Escocia, la isla de Cabo Bretón, Terranova y después mar abierto hasta Irlanda. Al pasar por Terranova tuvieron un contratiempo, la antena del seguimiento automático se rompió y el avión estuvo ‘perdido’ durante hora y media hasta que pudieron arreglarla. También se dieron cuenta de que el avión consumía más combustible del que habían calculado, sí lograron llegar a su destino apenas, repostaron combustible y continuaron su viaje.
La siguiente parada era Moscú, a 2695 km de distancia pasando por encima de Alemania (todavía no estallaba la Segunda Guerra) pero el gobierno Nazi no le dio permiso de sobrevolar su territorio para evitar que sobrevolara sus instalaciones militares, así que Hughes optó por sobrevolar Escandinavia. Cuando aterrizó en Moscú, una multitud corrió a recibir el avión, por la radio transmitieron el aterrizaje a las 04:10 de la mañana.
A pesar de que le habían preparado un banquete de recibimiento, Hughes solo quiso reportar combustible y en menos de dos horas ya estaban todos a bordo de nuevo. Volaron de noche y casi a ciegas en dirección a Omsk, a 2500 km de distancia al este de Moscú. El “aeropuerto” resultó ser algo muy rústico con algunas luces marcando la dirección del aterrizaje; las condiciones eran tan precarias que la recarga de combustible se hizo con una bomba de mano.
Ganando “un año”
En medio de una tormenta salieron con dirección a Yakutusk, la ciudad más fría del mundo cerca del Ártico en donde los quienes los recibieron vieron en el fuselaje el logo de la Feria Mundial de Nueva York de 1939 y pensaron que en EE.UU. ya era 1939 y ellos seguían en 1938, y quería saber cómo habían ganado un año.
La penúltima parada antes de llegar a Nueva York era en Fairbanks, Alaska. Por los retrasos que habían tenido en cada una de las paradas, volaron de día al atravesar la cordillera de Alaska, cuya altura era mucho mayor a la que marcaban los mapas que llevaban, si hubieran volado de noche probablemente se hubieran estrellado en algún lugar. De Fairbanks salieron rumbo a Mineápolis, el plan inicial era hacer una escala en Winnipeg, pero una tormenta los obligó a cambiar de ruta, y tras 91 horas de vuelo, finalmente Hughes aterrizó en Nueva York nuevamente el 14 de julio.
Un periodista escribió que parecía un niño travieso con su camiseta manchada y sus pantalones arrugados”; el New York Times dijo que “tenía el rostro de un poeta y la timidez de un pupilo”. SU vuelo alrededor del mundo fue un hito en la aviación y la ciudad entera se volcó con el magnate, le organizaron una cabalgata por el centro de la ciudad.
Independientemente de sus extravagancias y sus enfermedades que lo llevaron a terminar sus días en soledad autoinfligida y problemas de desnutrición, Howard Hughes fue un gran impulsor de la aviación, a la que llevó en su corazón toda su vida.