Recordando al “Principito”, el Piloto en la Guerra de las Malvinas
La guerra de las Malvinas o conflicto del Atlántico Sur fue una batalla entre Argentina y el Reino Unido desatado en 1982, disputando la soberanía de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, ubicadas en el Atlántico Sur.

Con la victoria británica cae la dictadura argentina y contribuye a la reelección del gobierno conservador de Margaret Thatcher en 1983. Ambos países cortaron relaciones diplomáticas hasta 1990.
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Pero de ahí surgen nombres importantes como el del “Principito”, Guillermo Anaya, hijo del militar Jorge Isaac Anaya (miembro de la junta militar argentina entre 1981 y 1982). Se formó en la aviación civil y es convocado para sumarse al ejército en 1978, donde estuvo un año en la escuela de aviación y egresa como subteniente aviador.
Sus inicios como piloto de ala móvil fueron a finales de los 70’s al recibir su capacitación para volar helicópteros de alta montaña y ser rescatista ahí.
Para el inicio del conflicto bélico de 82’, se encontraba en silla de ruedas sin esperanza de volver a caminar debido a un accidente que había tenido un año antes, donde la motocicleta que conducía cae encima de su pierna y le provoca fracturas múltiples con un resultado de 8 cirugías. Su única labor era llenar los libros de vuelo de todos los pilotos. Pero la voluntad y vocación lo llevó nuevamente a subir a la aeronave.
Primero realizaba vuelos de reconocimiento de terreno, llevar tropas a la línea de combate y posteriormente reaprovisionarlas. En el helicóptero llevaban víveres, municiones etc., de regreso llevaban heridos o caídos en el campo de combate. Llegó a juntar ovejas con la aeronave para posteriormente transportarlas para ser alimento de las tropas argentinas.

Se le menciona mucho por hacer maniobras estilo Top Gun, debido a que hacía vuelos bajos, rasantes del suelo en el frente de la batalla, distrayendo al enemigo, evitando la puntería y dando protección a su línea de combate en tierra. Otra de sus hazañas fue haber conocido al Regimiento 4, que fue dejado a morir al final del conflicto bélico, pero utilizó el helicóptero para llevarlos a todos a casa.
Al terminar la guerra fue prisionero de guerra y al ser liberado no dejó atrás a sus hombres por los códigos de honor con los que fue educado.