¿Regresará la aviación comercial supersónica?
Fue hace poco más de dos décadas que la aviación supersónica concluyó, luego del accidente ocurrido al Concorde de Air France matrícula F-BTSC, que despegó en llamas desde el Aeropuerto Internacional de Charles de Gaulle (CDG), en el año 2000. Desde entonces y hasta la fecha, poco se ha pensado en volver a ese tipo de vuelos.
Lo cierto es que después de 22 años del catastrófico suceso, la aviación comercial ha vuelto a poner los ojos en interesantes proyectos que aún se encuentran en etapas de pruebas. Recientemente, la compañía American Airlines, levantó la mano y mostró un gran interés en adquirir aviones con capacidades supersónicas para sus vuelos comerciales.
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Se trata del Boom Overture, una aeronave futurista y posible sucesor del mítico Concorde que desde hace un par de años se ha estado trabajando en el desarrollo del avión, que podría transportar entre 65 y 80 pasajeros a velocidades de Mach 1,7 (2,100 kilómetros por hora), casi tres veces más rápido que cualquier avión comercial.
Primeros estudios
Como siempre, la aviación comercial se ha desarrollado con base en los prototipos, experimentos y desarrollos de la aviación militar, durante estos últimos 100 años. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y donde el Tercer Reich probó misiles balísticos con capacidades supersónicas, se pensó que esa tecnología se podía poner en los aviones de la época.
Indudablemente, durante la guerra fría las naciones más poderosas en el mundo utilizaron todo su arsenal ideológico y militar, para desarrollar aeronaves capaces de volar a velocidades más de allá de la del sonido. Sin embargo esto costó la vida de muchos aviadores de la época que prácticamente se desintegraban con su avión, ya que los materiales y estructuras de la época, no soportaban las ondas de choche producidas por las altas velocidades.
En su momento fue la Alemania Nazi, luego Estados Unidos y Rusia quienes comenzaron una “carrera supersónica”, principalmente militar para el desarrollo de la próxima generación de aviones militares denominada X-Planes, más veloces, sigilosos y letales.
En la década de 1940, la aviación fue marcada por el primer hombre que logró volar a velocidades supersónicas. Se trata del estadounidense Charles Yeager, que durante el otoño de 1947 batió el récord de velocidad a bordo de su veloz Bell X-1 conocido como “Glamorous Glennis”.
Estos proyectos –para Estados Unidos-, se consideraron clasificados, donde la Fuerza Aérea (USAF) y la NASA, experimentaban con máquinas y seres humanos. Esto dio paso a muchos aviones que posteriormente fueron desclasificados, como el North American X-15, Douglas XS-3 Stiletto, XS-4 Bantam, X-5, y más recientemente el SR-71 Blackbird, entre otros.
De ahí y en la década de 1960, se comenzó el desarrollo de lo ya aprendido en lo militar, en aviones civiles, esto dio como resultado el soviético Tupolev Tu-144 que se convirtió en el primer avión supersónico comerciales a finales de esta década. Meses después y para el año de 1969, despegaba desde el Aeropuerto de Toulouse, Francia, el Concorde, de desarrollo franco-británico, que fue realmente el que le dio gloria y vida a los sacrificios del pasado.
Una aviación de lujo, veloz y de excesos (de combustible)
Evitando un poco el desarrollo militar de las últimas décadas en aviones con estas capacidades, nos centramos en una corta pero fructífera carrera del único avión comercial que hizo posible la aviación supersónica, el Concorde.
Fue un lunes 11 de diciembre de 1967 que el Concorde matrícula F-WTSS presentado (Rollout), a todo el mundo iniciando así una carrera de 31 años, donde operó principalmente para las aerolíneas British Airways y Air France.
Para la época, el avión encajaba en ciertos segmentos para las aerolíneas y el mercado de pasajeros que aún vestían con su mejor ropa y prenda, les parecía un gran beneficio. El sinónimo del Concorde era eso, poder, status, velocidad y glamour, algo con lo que en ese tiempo las aerolíneas podían lidiar.
La operación de Concorde era sumamente costosa, el combustible, las reparaciones, mantenimiento, capacitación de las tripulaciones y personal de tierra, entre otras. Además, no era un avión amigable con el medio ambiente, muy ruidoso y altamente contaminante.
El declive
Las aerolíneas comenzaban a tener otros intereses para atender sus portafolios de destinos y esto incluía aviones más sofisticados, económicos operacionalmente hablando y con mayor capacidad de transportar a pasajeros a un menor costo por asiento.
Como dijo en algún momento el Yann Barbaux, vicepresidente de innovación de Airbus, “Ya no estamos en la época de los pioneros de la aviación, cuando no se tenía en cuenta la aceptación del producto por parte de los clientes”. Ahora, dice, este sector industrial está muy volcado en las expectativas y necesidades de quienes adquieren las aeronaves, “pero también es un reto para el ingeniero mejorar el rendimiento de los aviones”.
Ahora los fabricantes de aviones se centran en dos ejes rectores: las necesidades de las aerolíneas y cumplir con las regulaciones tecnológicas y ambientales.
Cuando ocurrió el accidente del Concorde en el año 2000, a ninguna aerolínea ya le interesaba volar a velocidades supersónicas y menos con el Concorde; a los pasajeros menos. Ciertamente, el accidente estigmatizó a un avión que realmente fue muy seguro, y que se accidentó “sin deberla, ni temerla”, no fue la culpa ni de la tripulación ni del equipo.
La prensa de aquella época, derribó la ilusión del vuelo a velocidades supersónicas y sepultó la carrera del Concorde.
Lo nuevo
La aviación supersónica siempre ha estado en la mete de los ingenieros y los fabricantes de aviones. En los grandes complejos de Toulouse, Seattle y São José dos Campos, se ha trabajado en varios proyectos con esta aviación, sin embargo los clientes (aerolíneas), no mostraban un real interés en este tipo de aviación… hasta ahora.
La idea era clara, “aerolíneas de bajos costo”, que son en su mayoría, querían aviones capaces de transportan a muchos pasajeros a bajos costos. Esto lo entendió y aprovechó muy bien Airbus, y por al menos las últimas dos décadas, la aviación comercial se ha centrado en aviones bimotores y de pasillo único.
Como lo hemos visto, las aerolíneas han comenzado a retirar los aviones “grandes” de cuatro motores y costosos de operar. Ciertamente ya no se quieren aviones contaminantes, de cuatro motores y costosos de volar.
Los aviones supersónicos que en los últimos años se ha desarrollado como el X-59 QueSST, por Skunk Works, de Lockheed Martin, el AS2 de Aerion Corporation y ahora el Boom Overture, de Boom Sonic, el que hasta el momento, comercialmente hablado ha rendido frutos, trae buen marketing y ya se acomodó un buen pedido, es el Boom Overture.
Como lo anunciamos, American Airlines dijo que encargó 20 unidades valoradas en $200 millones de dólares cada uno, a precio de lista. Esto da una idea clara que, si una aerolínea tan grande y poderosa cómo American Airlines haya apostado por un avión de tal segmento, la situación va más que bien y probablemente para el año 2026, podamos regresar a la aviación supersónica comercial, donde la asequibilidad de sus operaciones serán, otro boleto.